Dedicatorias

A mis padres, Oscar y Maria. Por lo que fueron
A mi esposa, Emilce. Por lo que es
A mis hijos, Emilio y Julia. Por lo que son y seran

no te dejes clavar en la cruz
que tus muertos te reclaman
a gritos
los redimirás a sangre y fuego
quemaras esos castillos
estropajosos
que los reyes malsanos
cuidan con celo enfermizo
por la calle correera
una cierta esperanza
cuando de mano en mano
de boca en boca
vayan y vengan
voces
caricias
humor destapado
que nace a la sombra
de los árboles









aquí y allá
volverán a cantar
con los brazos
piernas
sexo
todo el cuerpo
entonces
ni una palabra rota los detendrá